Ampollas. Sangre. Dedos torcidos.
Mi aventura minimalista empezó así. El mismo día que toqué fondo descubrí que había unos locos que corrían descalzos y otros locos que usaban zapatillas minimalistas.
Me llamó la atención porque yo tenía un problema en los pies y aquello parecía coherente. Por aquel entonces, hablo del año 2010, la única forma de comprar esas zapatillas raras era pedirlas a Estados Unidos. Un mes de espera, aduanas... mucho lío. Lo que hice:
Pasé de una suela de 35 milímetros a otra de 6.
No te recomiendo hacer lo mismo, sólo digo lo que yo hice. Ahora profundizaré en el grosor de las suelas, un tema del que se habla poco (o nada) y que tiene mucha importancia.
La única forma de sacar conclusiones es probar.
¿Unas zapatillas con suela de 1 milímetro? Sí, existen. Las Feelmax tienen justo ese espesor. Funcionan como una segunda piel. Notas hasta las ranuras de los adoquines. Todo. Es un segmento con poca demanda.
¿Qué aporta llevar unas zapatillas tan finas? Simulan la sensación de ir descalzo, aunque nada puede igualar el contacto de la piel con el suelo.
Me gustan para entrenamientos en el gimnasio y para estimular los pies en entornos controlados.
No me gustan para uso diario. Cuando caminas descalzo sabes lo que hay: el cuerpo está alerta y presta atención a cada paso. Con estas zapatillas bajas la guardia. Sientes que llevas protección bajo los pies, pero no la llevas. Prefiero caminar descalzo.
Clavarán su mirada en tus pies. Te preguntarán por qué. Sus ojos tendrán el mismo gesto que si hubieran visto a E.T.
Las zapatillas minimalistas que montan este tipo de suelas no suelen pasar desapercibidas.
Son las zapatillas que más disfruto en primavera y verano.
Con este grosor de suela los pies conservan la conexión terreno. Desaparece el problema de pisar una pequeña piedra y acordarte del fabricante, pero se mantiene el suficiente estímulo como para que los pies hagan lo que tienen que hacer: sentir lo que pisan.
Este tipo de suela pasa un poco más desapercibida. Está socialmente aceptada. En este segmento encontramos algunos iconos del minimalismo:
Me gustan en otoño e invierno. Aíslan del frío lo suficiente como para no terminar helado. Mantienen un equilibrio razonable entre estimulación y protección.
La versatilidad es su gran virtud. Este grosor es apto para casi todo.
En este grupo están las zapatillas intermedias o de transición. A medio camino entre el minimalismo y el convencionalismo:
Entramos en el terreno del engaño corporal.
El cuerpo siente mayor comodidad con suelas de este tipo. Aíslan del terreno. Impiden que sientas las imperfecciones. No sabrás si has pisado un canto rodado o una cagarruta de mastín leonés.
La comodidad puede jugar una mala pasada. Hay que controlarla. O entenderla bien. El ejemplo lo tienes en el sofá de tu casa: ¿estás más cómodo sentado como un palo o retorcido de cualquier manera? Pues eso.
Uso estas zapatillas en situaciones donde las anteriores no responden tan bien: en terrenos muy complicados o cuando llueve a mares.
Corres como si estuvieras luchando contra un pulpo en una cinta transportadora, como Emil Zatopek, solo que él volaba y tú golpeas el suelo como si te debiera dinero.
Estas zapatillas se suelen usar para tapar las vergüenzas: lesiones, técnica de carrera, edad...
Son las típicas zapatillas de Asics, Adidas, Nike, Hoka o Brooks. Todas las grandes firmas tienen zapatillas que harían temblar a nuestros ancestros.
Mis pies llevan una década sin probar estas suelas, pero recuerdan lo que sentían cuando las calzaba. Era una sensación contradictoria. La comodidad de "estar en las nubes" junto con una desconexión del terreno.
Tropezaba. Sentía inestabilidad. Comodidad e inestabilidad. Tiene sentido. Hemos nacido para pisar tierra firme, no pasar reposar sobre colchones de espuma.
Puede pasarte esto:
¿Cómo es posible?
Porque no sólo influye el grosor, también importan los materiales.
En 2011 me compré las Inov-8 Bare-X Lite 150. Tenían una suela de 12 milímetros. Pesaban 150 gramos.
Fijándote sólo en el grosor podrías pensar que esas zapatillas servirían para todo. En realidad no servían para casi nada. Equivalían a llevar una suela de 3 milímetros porque Inov-8 optó por una goma blandísima, similar a la que puedes encontrar en la alfombrilla de tu ratón. Obviamente, las zapatillas fracasaron.
La otra excepción es Xero Shoes. Este fabricante suele optar por materiales muy compactos y pesados. Son suelas que con poco espesor consiguen dar una mayor protección.
No sufras. Estos dos casos son excepcionales. La mayoría de fabricantes optan por suelas intermedias. Casi siempre podrás fiarte del grosor.
¿Tres? ¿Seis? ¿Doce? ¿Veinte? ¿Treinta?
Casi siempre menos es más, pero depende de tus circunstancias. A mí me funciona la siguiente fórmula.
En mi caso, con tres pares cubro todas las situaciones. Otros compañeros minimalistas usan un único tipo de zapatillas. Todo depende.
¿Qué te recomiendo hacer a ti?
Probar y experimentar, esa es la única forma de encontrar el grosor ideal.
Leyendo esto ahorrarás tiempo y dinero.
Hola muy interesante lo que publicas.
Mi duda comenzó hace un mes cuando me di cuenta que mi dolor en los juanetes no era por el cambio de tiempo o por usar, casi nunca, tacos, sino por usar todo con punta estrecha sin forma de pie
Allí hice un click y me deshice de todos mis zapatos o casi todos
En casa empece andar descalza y mis hijos igual, los que antes eran retados porque lo hacían.
Me dicen que soy exagerada pero decidí cambiar y dale bolilla a mis pies.
Vivo en Córdoba Argentina y aquí no hay muchas opciones de calzados minimalistas.
Mi anhelo es que se puedan conseguir más fácilmente y a un buen precio.
Gracias por leerme!
Hola Gabriela. Ojalá podáis comprarlas pronto en Argentina, supongo que será cuestión de tiempo. Has hecho un buen cambio. 😉